Según la Real Academia Española, uno de los significados del término resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Este concepto está muy integrado en el mundo de la psicoterapia, como proceso necesario para mejorar nuestra vida, creciendo en circunstancias desfavorables. Se centra en el aspecto positivo, digiriendo lo que ha pasado para poder integrarlo.
Esta capacidad tiene que ver sobre todo con nuestras experiencias de vida, las dificultades con las que nos hayamos encontrado, el modo de gestionarlas, los acontecimientos favorables y su refuerzo, etc. De este modo, se han ido poniendo en marcha los recursos de cada uno/a. Puede ser internos y externos. Algunos son:
- La aceptación a la frustración.
- La motivación hacia el cambio.
- Las caricias positivas recibidas (o negativas).
- El concepto que tengamos sobre nosotros/as (autoestima)
- El apoyo afectivo y emocional con el que contemos (red social y familiar).
- Las condiciones sociales y económicas de cada persona.
- Etc.
Sin embargo, puede ocurrir que este proceso de “digestión”, asimilando y aceptando lo que ha sucedido, no se haya llegado a realizar de un modo real, profundo, sino que hayamos parcheado y lo que estemos haciendo sea “descontar” lo que sentimos, desviando la atención y la sensación a otras cosas (adicciones, obsesiones, etc.). En este caso, el resultado de la adaptación (resiliencia) no ha sido eficaz, sino que, más bien parece que nos hemos colocado en un lugar de indefensión e impotencia, donde nos dejamos llevar, asumiendo lo que ha pasado, sin llegar a aceptarlo en su plenitud. Como si nos abandonáramos a nuestra suerte (mala o buena).
Durante el proceso terapéutico observamos que cada persona tiene unos recursos distintos, una historia de vida diferente y está bien. En este espacio protegido vamos a ir señalando todo aquello que la persona tiene y que quizá, no sea consciente de su existencia. Le damos las gracias a aquella parte de su persona que creó ese mecanismo fortalecedor y con ello comenzamos a trabajar. El resto, consistirá en poder ir desgranando las dificultades que va trayendo a sesión, qué está repitiendo en su vida y que no le genera bienestar, su funcionalidad.
Y, desde la confianza y el vínculo creado, le acompañaremos, para que pueda ir incorporando otras nuevas formas de hacer, de pensar y de sentir.