El amor, a veces, no es suficiente
Nuestra forma de relacionarnos con los/as demás depende del tipo de apego que hemos desarrollado en nuestra etapa infantil, de cómo respondieron a nuestras demandas, siendo bebés, nuestros/as cuidadores/as, de cómo nos fueron cubiertas nuestras necesidades básicas y afectivas.
De este modo, interiorizamos el mundo emocional, aprendiendo sobre nosotros/as, los/as demás y su disponibilidad hacia mí.
Hace unas semanas os dejamos una entrada al blog donde hablábamos de los tres tipos de apego que existen.
Hoy queremos relacionar el apego y el amor, teniendo en cuenta que, cada estilo de apego lleva incorporado una forma de pensar, de comportarnos, de sentir, … con nosotros/as y en las relaciones de intimidad, en el vínculo de la pareja.
Partimos de lo que podría ser una ecuación perfecta: dos personas autosuficientes se comunican de manera efectiva, independiente, respetuosa y con unos límites bien establecidos entre las dos. Si una de ellas comienza a “necesitar” a la otra, se da por hecho que, lo recomendable es que acuda a terapia para poder fomentar su propia autonomía, ya que “esto no puede pasar”. Si, por el contrario, una de ellas necesita mayor espacio individual, tendemos a expresar que “tiene miedo al compromiso”.
Ni todo es tan simple, ni tan complejo
Podemos quedarnos en lo aparente, pero no suele ser tan sencillo. La mayoría de las personas necesitan a otras para poder sentirse tranquilas; las relaciones afectivas influyen en nuestra forma de gestionar el estrés, en nuestro bienestar físico y emocional, pero no todos/as lo expresamos, ni nos comportamos del mismo modo. Es aquí donde radica la gran diferencia, a veces, insalvable.
Necesitar a alguien se ve, a menudo, como algo negativo, cuando la dificultad está en necesitar a alguien que necesita “de otro modo” distinto a ti. Esta situación anterior podría estar protagonizada por dos personas con dos tipos de apegos distintos. Es decir, un estilo de apego ansioso necesita sentir que “se está” a su lado para poder restablecer su seguridad, y, en cambio, un estilo de apego evitativo necesita sentir “seguridad” para poder tranquilizarse.
En terapia psicológica ofrecemos recursos para que la persona pueda conocerse más, aprenda cuál es su estilo de apego y, si lo necesita, tenga más herramientas disponibles para poder relacionarse desde un tipo de apego seguro.